martes, 6 de octubre de 2015
El romance nuevo
Pero desde el siglo XVI incluido y hasta la actualidad ciertos autores (Félix Lope de Vega, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo, Sor Juana Inés de la Cruz, Ángel de Saavedra, Miguel de Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Gerardo Diego) empezaron a imitarlos, enamorados de su particular idiosincrasia, formando un nuevo corpus de poemas al que se llamó Romancero nuevo. Estos romances poseen autor conocido, se transmiten no de forma oral, sino impresa, están divididos en estrofas (cuartetas de versos asonantados) e imitan los géneros y el estilo del Romancero Viejo, aunque por otra parte amplian los temas y modifican las formas, adaptándolos a veces a la letrilla y añadiendo estribillos.
El romance viejo

Muchos romances provienen especialmente del XV y se conservan gracias a coleccionistas contemporáneos de estas composiciones, que compraban en las ferias en forma de pliegos sueltos y que elaboraban con ellos los llamados cancioneros de romances. Este es el llamado Romancero viejo.
Caracteristicas del romance
Un romance consta de grupos de versos de ocho sílabas (octosílabos) en los que los pares riman en asonante. Los más antiguos pueden añadir para completar la rima la llamada -e paragógica y asimismo no poseen división estrófica; los más modernos agrupan los versos de cuatro en cuatro y no suelen recurrir a este artificio. Todos los romances viejos son anónimos y son influidos en gran manera por la religión, la guerra y el amor.
Se diferencian de las baladas europeas en preferir el realismo a lo fantástico y en poseer un carácter dramático más marcado. Su estilo se caracteriza por ciertas repeticiones de sintagmas en función rítmica (Río verde, río verde), por un uso algo libre de los tiempos verbales, por la abundancia de variantes (los textos varían y se contaminan entre sí, se «modernizan» o terminan de distinto modo a causa de su transmisión oral) y por el frecuente corte brusco al final, que en las mejores ocasiones aporta un gran misterio al poema.
Su estructura es variada: algunos cuentan una historia desde el principio hasta el final; otros son sólo la escena más dramática de una historia que consta de varios romances. Entre estos ciclos de romances destacan los consagrados a las historias del Cid y de Bernardo del Carpio.
Los temas son históricos, legendarios, novelescos, líricos... Algunos servían para publicitar las hazañas de la reconquista de Granada: son los llamados romances noticieros. La vitalidad del Romancero español fue enorme; no sólo perdura en la tradición popular transmitiéndose oralmente hasta la actualidad, sino que inspiró muchas comedias del teatro clásico español del Siglo de Oro y, a través de este, del europeo (por ejemplo, Las mocedades del Cid de Guillén de Castro inspiró Le Cid, de Pierre Corneille). La misma existencia del Romancero nuevo es prueba de ello.
¿Como surgio el romance?
El Romancero sugestionó, como ya había hecho en el Siglo de Oro, la imaginación de los medievalizantes poetas del Romanticismo europeo e hispánico. Durante el siglo XIX menudearon las traducciones de estas baladas españolas al inglés, al francés y al alemán. El romancero influyó en algunos poemas de Víctor Hugo. En Austria Barbara Elisabeth Glück escribió un Romancero (1845) y en Alemania la imitó Heinrich Heine con otro Romanzero (1851).
Los romances surgieron a finales del siglo XIV, cuando los
juglares transmitían estos poemas anónimos oralmente. De hecho, según el
filólogo Ramón Menéndez Pidal, el romance tiene su origen en la fragmentación
de los cantares de gesta y epopeyas medievales.
¿Que es el romance?
El romance es un tipo de poema característico de la tradición literaria española, ibérica e hispanoamericana compuesto usando la combinación métrica homónima. No debe confundirse con el subgénero narrativo de igual denominación.
El romance es un poema característico de la tradición oral, y se populariza en el siglo XV, en que se recogen por primera vez por escrito en colecciones denominadas romanceros. Los romances son generalmente poemas narrativos de una gran variedad temática, según el gusto popular del momento y de cada lugar. Se interpretan declamando, cantando o intercalando canto y declamación.
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